“Encontraron a María, a José y al Niño, acostado en el pesebre” (Lc 2, 16).
Gustavo Rodríguez Vega, Arzobispo de Yucatán
Muy queridos hermanos y hermanas al terminar este año 2021 y recibir el nuevo año 2022, les saludo con afecto.
Recordemos, en primer lugar, que la fiesta del Año Nuevo es originalmente una fiesta cristiana, pues los años se cuentan desde la llegada del Hijo de Dios a este mundo. Las fiestas de la Navidad se prolongan en la Iglesia hasta la fiesta del Bautismo del Señor, y dentro del tiempo de Navidad celebramos a la Sagrada Familia, a los Santos Inocentes, a María como Madre de Dios el primero de enero y la fiesta de la Epifanía (los Reyes Magos), y esta última es el día en que se celebra la Navidad en el Oriente.
Muchos de ustedes asistirán a dar gracias a Dios por el año que termina y a encomendarse en el año que comienza, en la misa del 31 del diciembre, o también en las misas del 1º de enero, y encontrarán que es la misma liturgia de la Madre de Dios. Otros, ojalá que muchos, rezarán el Santo Rosario en Familia, antes de la tradicional fiesta del año nuevo. Busquemos el modo de hacer más y más cristianas nuestras fiestas.
También tengamos en cuenta que el día 1º de enero se celebra la Jornada Mundial de la Paz. La paz es un don de Dios que hay que conquistarlo día con día, para conservar la paz interior, la paz en la familia, la paz en la sociedad. Mérida es una ciudad que tiene fama de vivir en paz, pues no tenemos la violencia e inseguridad que tristemente acontece en tantos lugares de México, varios de los cuales están totalmente en manos del crimen organizado.
Con el apoyo de la guía y la experiencia del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS), la Pastoral Social en Yucatán está llevando a cabo algunos proyectos de fortalecimiento del tejido social en varios sectores de nuestra Arquidiócesis, mismos que consideramos de riesgo para la descomposición social. Lo más interesante de este proyecto es que los protagonistas principales de este trabajo son los mismos vecinos de estas comunidades. Recordemos que todos somos responsables de construir y sostener la paz.
El reinado de nuestro Señor Jesucristo tiene entre sus notas el don de la paz, tal como Cristo la ofreció a sus discípulos: “La paz les dejo, mi paz les doy” (Jn14, 27). También recordemos que Jesús envió a sus apóstoles, desde su primera misión, como mensajeros y portadores de la paz (cf. Lc 10, 5-7); y que, a la Madre de Jesús y Madre nuestra, la invocamos bajo el título de “Reina de la paz”.
No dejemos de orar por la paz: que en este 2022 haya paz en el mundo, en México, en Yucatán, en cada familia y en cada corazón. Ya tenemos un adelanto del mensaje del Papa Francisco para esta próxima Jornada mundial de la paz, en el que nos propondrá la educación, el trabajo y el diálogo como herramientas para construir la paz.
Otra intención que seguramente tenemos todos para este 2022 es el pedir para que ya se pueda controlar totalmente esta pandemia del COVID 19. Dios dé la vida eterna a quienes han fallecido por este flagelo o por cualquier otra causa y también conceda la salud a los que actualmente están enfermos de esto o de cualquier enfermedad.
Así como nos preocupa la salud de nuestro cuerpo, más aún nos ha de preocupar la salud de nuestra alma. Les invito para que nos hagamos el santo propósito de iniciar, y seguir así todo el año, en paz con Dios y en paz con todos nuestros hermanos, los hijos de Dios.
Que en el 2022 busquemos la santidad personal, porque es posible; de otro modo, el Señor no nos la hubiera ordenado desde el Antiguo Testamento, al decir: “Sean santos, porque yo, Yahveh, su Dios, soy santo” (Lv 11, 44); y Jesús no lo hubiera mandado a sus discípulos: “Ustedes, pues, sean perfectos, como es perfecto su Padre celestial” (Mt 5, 48).
Envío un abrazo fraterno con mis mejores deseos para el nuevo año 2022 a todos ustedes hermanos y hermanas de nuestra Arquidiócesis, pero también a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, teniendo en cuenta que todos necesitamos de todos, y que tenemos tareas comunes para el bien común de Yucatán, para cuidar nuestra casa común, para fortalecer el tejido social, y así juntos construyamos la paz, como la gran familia que somos.
¡A todos les deseo un feliz año 2022!