Jesús fue enjuiciado, castigado y crucificado en Baca en el viacrucis viviente; cientos de personas se reunieron en la 46 edición de esta escenificación.
En el municipio de Baca, Yucatán, cientos de personas de esta comunidad y visitantes vivieron con fe y devoción la representación número 46 del viacrucis viviente que se realizó en el centro de esta población.
A pesar de las altas temperaturas, pero con un poco de fresco feligreses acompañaron en su calvario al joven estudiante de ingeniería Gaspar Canché, quien representó el papel de Jesús en este viacrucis viviente 2024.
Los feligreses acudieron como cada año, desde hace 46 años al centro de esta localidad para observar los escenarios que se instalaron en el centro de esta población como son “el juicio de Pilato y Herodes”.
Pilato fue el que pidió la libertad de Jesús, ante un pueblo que exigía la muerte del Nazareno, Caifás le dijo que si no lo crucificaba se hacía su cómplice.
Por su parte, Herodes el Grande con sus odaliscas, se cansó de pedirle a Jesús un milagro, le pidió que convierta la piedra en pan y el agua en vino, gritándole y burlándose de Jesús, Herodes lo reenvió a Pilato diciendo que es un farsante.
Ante esta situación Pilatos mandó a castigar a Jesús con 18 azotes y los soldados romanos burlándose de él, le pusieron una corona de espinas y un manto purpura.
Ante tal situación Pilato pidió a los judíos que elijan si soltaban a Jesús o a barrabas, los judíos gritaron “suelta a barrabas”.
Ante la insistencia de los judíos, Pilato decide lavarse las manos diciéndoles a los judíos, “Tomo al cielo por testigo que soy inocente de la muerte de este justo, Jesús de Nazaret irás a la cruz”.
De esta manera Jesús empezó su recorrido por las principales calles de Baca, cargando una cruz de más de 90 kilogramos.
Imágenes conmovedoras se apreciaron durante el vía crucis viviente y una de ellas fue en la cuarta estación, donde Jesús se encontró con María, su madre, quien lloraba por su hijo Jesús con tanto dolor y dramatismo que lograron conmover y poner las emociones a flor de piel de los feligreses.
La Verónica fue la que limpió el rostro de Jesús con un paño, dejando impreso en él el Santo Rostro de Jesús mientras gritaba: “Es un milagro”.
Finalmente, el recorrido terminó al llegar al atrio de la iglesia de la Virgen de la Purísima Concepción, donde Cristo fue crucificado al lado de Dimas y Gestas exclamando: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
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