Dos grandes de la arquitectura mexicana se fueron…; en memoria de Oscar Bulnes Valero y Fernando González Gortázar.
Por: Alejandra Sánchez Gálvez
Presidenta de la Asociación de Arquitectos e Interioristas de México (AAI).
Estas dos semanas han sido de nostalgia y tristeza para el medio de la arquitectura en México y en especial para la ciudad de Monterrey. Fallecieron en un lapso de pocos días, dos figuras relevantes del quehacer de la construcción y el emprendimiento constructivo mexicano, nos referimos al arquitecto regiomontano Oscar Bulnes Valero y al arquitecto Fernando González Gortázar.
Pero ¿por qué vale la pena que usted lector de a pie sepa de estos personajes? Le cuento:
Óscar Bulnes Valero, es reconocido por ser autor de emblemáticas construcciones en Nuevo León que cambiaron y modernizaron la imagen urbana, entre ellas el ya famoso y muy fotografiado Puente Atirantado, y la presa Rompe Picos en el Cañón de La Huasteca en Santa Catarina.
Cabe señalar que, el diseño de sus edificios, renovaron la imagen urbana de Monterrey. Fue secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas en la Administración del ex Gobernador, Fernando Canales Clariond. Algunas otras de sus obras más reconocidas son proyectos alrededor de la Macroplaza como el Teatro de la Ciudad, el edificio del Congreso local, el de la delegación estatal del Infonavit y la Estación Zaragoza del Metro.
Además diseñó del Centro de Tecnología Avanzada para el Tecnológico de Monterrey, famosamente conocido como “El Servilletero”. También fue académico y presidente de la Academia Nacional de Arquitectura Capítulo Monterrey.
El arquitecto Fernando González nacido en Ciudad de México, pero afincado toda su vida en Guadalajara, fue profesor de teoría del diseño en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara y de Educación Visual en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente. Fue un defensor del patrimonio natural y cultural de México. Autor de varios libros, entre los que destacan: “Ignacio Díaz Morales habla de Luis Barragán” (1990), “Mathias Goeritz en Guadalajara” (1991) y “La fundación de un sueño” (1995).
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Entre los reconocimientos que obtuvo el arquitecto por su amplia trayectoria están: la Medalla Bellas Artes del Inbal (2014), la Medalla José Clemente Orozco del Museum en Japón –1989– por su obra: Columna dislocada, el América de Arquitectura en 2009 y el Nacional de Ciencias y Artes en 2012, en la categoría de Bellas Artes. Su trabajo iba entre arquitectura paisajística, monumental y escultórica, rasgos que le caracterizaron como líder de una bancada de arquitectos más esculturales por así decirlo. En la ciudad de Monterrey dejó una gran obra: la rotonda y calzadas San Pedro y Del Valle, con sus caminos y puentes escultóricos que dotan de un gran urbanismo esa parte de la ciudad. Y en Guadalajara destacan múltiples parques y espacios urbanos realizados por él, siendo el más famoso: “La gran puerta”.
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