Viviendas verdes significa crear conciencia sobre el volumen de agua en uso racional y sostenible fomentando nuevos hábitos de vida
Por: Alejandra Sánchez Gálvez
Los edificios sostenibles que albergan viviendas verdes están trabajando hoy en día en el uso adecuado del consumo energético, así como el de agua, ya que son piezas clave dentro del desarrollo urbano, que busca luchar contra el cambio climático.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2050 cerca del 68 % de la humanidad vivirá en ciudades.
Estas apenas representan el 3 % de la superficie del planeta, pero consumen el 78 % de la energía y producen el 60 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Por este motivo, la propia ONU aprobó ya una “Nueva Agenda Urbana” para asesorar a los países en sus procesos de urbanización y hacer de las ciudades lugares más habitables, inclusivos, saludables, resilientes y sostenibles.
Las nuevas tendencias en urbanismo son la construcción de, por ejemplo, -ecobarrios —proyectos urbanos que pretenden disminuir el impacto en el medio ambiente y cambiar los hábitos de vida de los ciudadanos para hacerlos más responsables con el entorno.
Para ello, es fundamental conseguir un alto nivel de eficiencia: reducir el consumo de energía, y buscar un máximo aprovechamiento del agua en los edificios. El certificado LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) es el reconocimiento oficial, aceptado internacionalmente, que establece si una construcción merece la consideración de sostenible.
Por ejemplo en el apartado de agua, se ve el tema de la “huella hídrica”. La huella es un concepto que mide el consumo de agua de un bien o servicio y cuyo objetivo es concienciar sobre su uso racional, sobre todo ahora que, a causa del cambio climático y del aumento de la población, escasea.
La huella hídrica (HH) es un indicador medioambiental que mide el volumen de agua dulce (litros o metros cúbicos) utilizado a lo largo de toda la cadena de producción de un bien de consumo o servicio. Se puede emplear para medir el consumo de agua de casi cualquier cosa, desde la fabricación de unos pantalones hasta el consumo total de un país, pasando por una cosecha o por las actividades anuales de una compañía.
El concepto de “huella hídrica” fue creado en 2002 por Arjen Hoekstra mientras trabajaba en el Instituto UNESCO-IHE para la Educación relativa al Agua. Más tarde, en 2008, debido al creciente interés de la industria en la huella hídrica, fundó la Water Footprint Network junto a figuras destacadas del mundo empresarial, la sociedad civil y el mundo académico. En líneas generales, el objetivo de la huella hídrica es crear conciencia sobre el ingente volumen de agua que requieren nuestros procesos de producción y hábitos de vida para fomentar un uso racional y sostenible.
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